Es una complicación en el embarazo que consiste en que la placenta se establece, parcial o totalmente, en el cuello del útero, tapando el orificio cervical e impidiendo así la salida del feto.
Si bien las estadísticas indican que sucede en uno de cada 200 embarazos, las mujeres que tienen más de un parto o con anomalías en el útero tienen mayores posibilidades de padecerlo, causando así abortos y partos prematuros.
Su manifestación más común es una hemorragia vaginal imprevista y carente de dolor en las últimas etapas de la gestación.