Las secuelas psicológicas dejadas durante la infancia afectan en menor o mayor medida a una persona que desea concebir, aunque su trauma no tenga ninguna relación con el embarazo.

Un posible problema de infertilidad es relacionado, quizás, con una grave enfermedad sufrida en la niñez. De igual forma, aparece el miedo de tener un bebé debido a la muerte de la madre a muy temprana edad.

Aunque parezca mentira, estos traumas afectan psicológicamente la salud mental de las parejas, y mientras no busquen una orientación profesional, continuarán arrastrando sus temores a esferas más altas.

Si sientes que algo así te está sucediendo, no dudes en pedir ayuda e iniciar un tratamiento cuanto antes.