En este periodo la persona se siente abandonado, desolado y desesperado. Para él, las opciones viables para solucionar el problema de infertilidad son nulas, y es así como cualquier posibilidad de revertirla se esfuma por impotencia.
Además, la culpa puede dirigirse en algunos momentos a la pareja, al galeno que lo atiende o a su sociedad, a pesar que estos no tengan responsabilidad de su situación. Sin embargo, no solo esto se observa en esta etapa, sino también la desconfianza en sí mismo del individuo, y el sentido de masculinidad o feminidad.