A diferencia de la serotonina, la dopamina cumple un papel de excitación sobre la conducta sexual.
Un claro ejemplo de ello son los efectos que un fármaco, llamado L-dopa(que se transforma en dopamina una vez absorbido por el organismo), brinda sobre la conducta sexual de los pacientes que padecen la enfermedad de Parkinson: los que la utilizan muestran un notable aumento de su actividad sexual.
Sin embargo, L-dopa también puede producir ciertos efectos secundarios, como
movimientos anormales involuntarios: contracciones, tics, temblores, entre otros.