Después de transferir los embriones al útero, los preembriones no transferidos que tengan buena calidad se congelan en nitrógeno líquido y se almacenan en el banco de embriones del laboratorio convenientemente identificados.
Estos preembriones pueden ser utilizados en un ciclo posterior si no se obtuvo el embarazo en el primer intento, o bien, en caso de querer tener otro hijo varios años después. Lógicamente, esto simplifica y abarata el procedimiento, aunque las tasas de embarazo disminuyen un poco.
Por su parte, los embriones de mala calidad permanecen en cultivo en el incubador a la espera se su evolución. Normalmente no logran sobrevivir y dejan de dividirse.